El servicio postal de Argentina pensó que era buena
idea poner en circulación 19 sellos para conmemorar los logros y avances del
kirchnerismo. Las estampitas se llaman 'Década Ganada' (por los años
2003-2013) y salieron a la venta el 22 de enero de 2014.
Cada sello
festeja los hitos oficiales de los Gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner: las
leyes de Matrimonio Igualitario, de Repatriación de Científicos, la Ley de
Servicios de Comunicación Audiovisual (Ley de Medios), y la derogación de las
Leyes de Impunidad.
Otros sellos muestran el Gasoducto Argentina-Bolivia,
el voto a los 16 años, el organismo Unión de Naciones del Sur (Unasur) y la
nacionalización de importantes empresas en manos de capital extranjero, como la
petrolera YPF.
La iniciativa política ha recibido una lluvia de comentarios
críticos. También abrió un pequeño debate en las redes sociales con las
etiquetas (#décadaganada vs. #décadaperdida) sobre la huella de 10 años de
kirchnerismo en Argentina y su futuro legado político.
En 2003, muy pocos imaginaban que Néstor Kirchner, un desconocido
gobernador de la provincia Santa Cruz (Sur) terminaría creando una suerte de
dinastía política, en ocasiones comparada con la pareja Juan Domingo Perón y
Evita.
El boom de
la soja
Con sólo un 22% de los votos en las elecciones
anticipadas de 2003, Néstor Kirchner asumía la presidencia de un país
devastado, sin dinero en las arcas, y con una clase política deslegitimada y
denostada. Después de contar con cinco presidentes en dos semanas y declarar
una masiva suspensión de pagos sobre su deuda en 2001-2002, Argentina parecía
que había tocado fondo.
El boom en el precio de la soja y otros cereales,
sumado al aumento de las exportaciones, cambió el ciclo económico del país.
Néstor Kirchner supo aprovechar el viento a su favor, y realizó una exitosa
renegociación de la deuda externa, controló el déficit fiscal y puso la balanza
de pagos en positivo.
El Gobierno también derogó las Leyes de Amnistía (Ley de
Obediencia Debida y Ley de Punto Final) aprobadas por la última dictadura
(1976-1983) y animó a juristas y fiscales a querellarse contra torturadores y
ex altos mandos envueltos en crímenes de lesa humanidad.
En 2005, dos años antes de finalizar su primer y único
mandato, Néstor Kirchner logró renegociar los 95.000 millones de dólares del
último rescate con el Fondo Monetario Internacional (FMI): impuso una quita a
los acreedores de un 67%, y canceló los compromisos de Argentina con el FMI en
2006.
La exitosa decisión de canjear la deuda contraída por anteriores
gobiernos disparó la popularidad de los Kirchner en el país, pero desde
entonces muchos inversores se lo piensan dos veces antes de prestar dinero a
Argentina. El Club de París, al que debe 6.500 millones de dólares, y un 7% de
bonos 'holdout', los cuales todavía
están en negociación con Argentina.
Entre 2003 y 2007, el salario mínimo pasó de 200 a 980
pesos, un incremento del 380%, y las jubilaciones mínimas subieron de 150 a
casi 600 pesos. De esa forma, llegaban a su fin los cuatro años de
gestión de Néstor Kirchner, los de mayores logros en materia económica y social
de la década.
Tras las elecciones de 2007, en las que fue elegida presidenta
Cristina Fernández de Kirchner, empezó una nueva etapa marcada por la
confrontación, la polarización y polémicas normativas contra las empresas de
comunicación más críticas, como la Ley de Medios.
Intervencionismo
y nacionalizaciones
Los Gobiernos del matrimonio Néstor y Cristina
Kirchner lograron mantener altos índices de crecimiento y bajos niveles de
desempleo, pero a base de un fuerte intervencionismo estatal, aumento del gasto
público e impuestos, y un creciente proteccionismo comercial para limitar las
importaciones.
También nacionalizaron el Fondo de Jubilaciones y Pensiones
(AFJP) para obtener liquidez y pusieron fin a la independencia del Banco
Central, además de expropiar y recuperar numerosas concesiones de empresas como
Aerolíneas Argentinas, correos, ferrocarriles, el suministro de agua (AYSA) y
el espectro radioeléctrico, entre otras.
Con el campo, los Kirchner firmaron su ruptura en
2008, cuando aprobaron aumentos fiscales a las exportaciones de soja y
restricciones al maíz, girasol y trigo. Los agricultores sacaron entonces sus
tractores a la calle y protagonizaron protestas que se extendieron durante
meses.
Durante la última década, el campo argentino también se transformó: se
duplicó la siembra de soja, que pasó a representar el 60% del total de tierras
cultivadas, y el país dejó de lado el negocio pecuario para centrarse en el
cultivo intensivo de cereales. Argentina, que ya es el tercer productor de soja del mundo tras Estados Unidos y Brasil, perdió cerca de 10 millones de cabezas
de ganado en los últimos años.
Envuelto en un círculo vicioso de déficit fiscal y
emisión monetaria para mantener el gasto público y las subvenciones, el
Gobierno de Cristina Fernández afronta el último tramo de su segundo mandato
debilitada políticamente y arrastrando problemas de salud.
El fallecimiento de
Néstor Kirchner el 27 de octubre de 2010 por un infarto cardiaco fue un duro
golpe que el kirchnerismo todavía trata de superar. Ahora, el boom de los
precios de la soja y otras commodities se empieza a desinflar.
El próximo presidente de Argentina, que se elegirá en octubre de 2015, recibirá una herencia algo envenenada, que incluirá una alta inflación, desequilibrios en la balanza
de pagos, crisis energética y déficit fiscal.
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