Las 'ciudades socialistas' de Hugo Chávez

(Una versión de este texto fue publicado el 05/07/2008 en el diario El Mundo / Foto: JL) 


GUACARA (VENEZUELA).-- A Mario Medina, un destacado dirigente del frente político Francisco Miranda, sus vecinos le llaman El Comandante. «Soy un hijo de la revolución bolivariana», explica este venezolano de 34 años, que ha recibido seis cursos de organización comunitaria en Cuba para ayudar a construir la primera ciudadela socialista de Venezuela.

Situada en la localidad de Guacara, en el tórrido estado de Carabobo, unas 2.500 personas de origen humilde viven en un inédito conjunto residencial creado con las llamadas petrocasas: unas viviendas blancas con techos rojos de plástico PVC (un derivado del crudo) que encierran el sueño chavista de convertir en Estado socialista el quinto mayor exportador de petróleo. 

Esta comuna, levantada con bloques de resina plástica que se engarzan como las piezas de un mecano, cuenta en escala reducida con todos los complementos diseñados por Hugo Chávez en sus extensos discursos dedicados al socialismo. 

Alrededor de la plaza, engalanada con un busto de bronce de Simón Bolívar rubricado por el jefe de Estado, se encuentran el petroconsultorio médico de la misión cubana Barrio Adentro, un supermercado estatal subsidiado, una casa de alimentación, una biblioteca, un complejo deportivo y un parque infantil. 

Al otro lado del punto neurálgico de la comunidad se alzan los centros socialistas de poder: el cuartel de la Reserva Nacional -un cuerpo militar independiente de la Fuerza Armada Nacional (FAN) bajo la tutela de Chávez-, la sede del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y de su cogollo más comprometido -el Frente Francisco de Miranda- y el consejo comunal.

Cuando se les pregunta si existe algún organismo opositor al Gobierno dentro de la ciudadela socialista, la respuesta de los sonrientes vecinos con camisas rojas es firme: «¡No!».

Rodeados de pobreza

Medina relata que antes vivían rodeados de pobreza, plagas y enfermedades. «No había ni luz, ni agua. Las carreteras se hallaban sin asfaltar. Las casas eran de madera, cartón y lata... Nada que ver con las barriadas de la capital, donde por lo menos tienen cemento y techos de zinc», narra este militante del PSUV mientras señala una pobre comunidad aledaña de ranchos todavía sin sustituir. 

El médico cubano Ixe Amo, de 36 años, trabaja desde hace tres en el país, aunque sueña con regresar pronto a la isla. «Allí está mi familia y la patria de uno es la patria», resume. Amo atiende una media de entre 30 y 35 pacientes diarios, principalmente por «diarreas y problemas estomacales, pero también hay casos de paludismo y disentería». 

Beltrán Chávez, representante del consejo comunal, recuerda durante un paseo por la ciudadela que su comunidad nació en enero del año 2005, cuando 485 familias que vivían en la indigencia ocuparon estas tierras de los suburbios de Valencia al grito de «¡invasión, invasión!». 

Chávez afirma que gracias a la «capacidad de organización comunal» y a la asistencia estatal han pasado «de la miseria a vivir el verdadero socialismo», aunque para él las protagonistas del cambio social han sido las mujeres. «Ellas han trabajado en el proceso de construcción [de la ciudadela] más que nadie».
Y en muchos casos, agregó el dirigente de la comuna, son madres solteras o abandonadas que sacan a la familia adelante sin ayuda del padre. 

Cada petrocasa, de 75 metros cuadrados de planta, consta de tres dormitorios, dos cuartos de baño, cocina, sala, comedor y un porche, donde habitan familias, algunas de hasta 11 personas. 

Es el caso de Cherley Fernández, una joven de 18 años con una abultada tripa de embarazada, que vive con su madre, su padrastro, su novio, y siete hermanos. «Aunque vivamos un poco apretados, recibir esta casa ha sido un milagro» explica Fernández, mientras baña a una de sus hermanas pequeñas en una tina situada en el lateral de la casa. «Con suerte, mi novio y yo podremos mudarnos a otra [ciudadela] que están planificando a pocos kilómetros de aquí», resume esperanzada. 

Según datos hechos públicos por la compañía Pequiven, una empresa pública dedicada al desarrollo de derivados del petróleo, están programadas otras nueve ciudadelas socialistas de Petrocasas en Venezuela para este año. Además, se pretende exportar este modelo a otros países, como Cuba, Nicaragua, República Dominicana y Perú.

El déficit de viviendas es un problema crónico en Venezuela, donde actualmente se necesitan 2,5 millones de unidades para atender a una población de 28 millones de personas que crece a un vertiginoso ritmo anual de 3%.  


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