(Una versión de este texto fue publicado en el suplemento Mercados el 18/02/2007,
dos años antes de que se decretara la nacionalización de la filial venezolana del Banco Santander)
dos años antes de que se decretara la nacionalización de la filial venezolana del Banco Santander)
CARACAS.-- En una de sus largas alocuciones, Hugo Chávez pronunció una frase que retumbaría en los oídos de los directivos de la banca. «Fíjate, Rodrigo [Cabezas, ministro de Finanzas] en este detalle: los impuestos que pagan los bancos. Eso hay que verlo: ¡Chiquiticos!».
Favorecida por la liquidez [gasto
social] y la política monetaria del Gobierno, la banca privada es uno de los
negocios más rentables en el país. La compra de papeles del Estado y las
comisiones que arrojan el control cambiario han convertido Venezuela en el
mercado más atractivo de Latinoamérica, con un 44,64% de rentabilidad para la
banca, según un informe de Softline Consultores.
Sin embargo, el futuro no es tan
dulce como lo pintan las cifras. Una nueva Ley de Bancos, incluida dentro de la
Ley Habilitante concedida a Chávez, nuevos créditos a sectores económicos de
«interés nacional», la regulación de las ganancias y una hipotética nacionalización
amenaza a todas las entidades que, poco a poco, empiezan a sondear cómo ponerse
a salvo del «socialismo del siglo XXI» promulgado por el líder bolivariano.
«Desde finales del año pasado,
Chávez está buscando una fórmula para romper la intermediación financiera en el
país», explica Alejandro Grisanti, ex director de la unidad de análisis
económico del Banco de Venezuela (SCH). «En un principio, pensó transferir al
Banco del Tesoro todos los fondos repartidos en sus entes públicos (Fonden,
Bandes, Banco de la Mujer...), unos 16.000 millones de dólares, para
consolidarlo», explica Grisanti, actual responsable de la consultora financiera
Ecoanálisis.
«Aunque la opción que parece barajar ahora el Gobierno es la
compra de uno de los cuatro grandes bancos privados», puntualiza. Tras encargar a sus subordinados
un estudio para reflotar e impulsar la capilaridad del estatal Banco del
Tesoro, Chávez ha optado por la vía rápida y adquirir a golpe de petrodólar uno
de los grandes bancos instalados en Venezuela.
La ecuación es muy simple:
disponer de 300 ó 400 oficinas de atención al cliente por todo el país es un
proceso largo y complejo, por lo que al final optará por negociar con una de
las grandes entidades privadas. Pero, no todos los bancos privados dan la
talla. De las más de 40 firmas instaladas en Venezuela, sólo cuatro tienen la
presencia y el volumen de negocio ansiado por Chávez: los bancos venezolanos
Banesco y Mercantil y los españoles Banco de Venezuela (SCH) y Banco Provincial
(BBVA).
«Lo lógico es que Chávez opte por uno de los venezolanos, aunque los
rumores apuntan a otra dirección», destaca Grisanti, ante las contínuas
especulaciones que destacan las negociaciones con el presidente del SCH, Emilio
Botín.
El Banco de Venezuela (SCH) es la
tercera entidad más grande del país y aporta a los resultados consolidados de
la multinacional un 2,3% (unos 118 millones de euros en 2005) de las ganancias
netas. ¿Por qué Botín estaría interesado en salir de Venezuela? «La principal
duda de los bancos es cuándo Chávez atacará al sistema financiero. Tras
anunciar la nacionalización de todo el sector energético y la principal
operadora de telecomunicaciones CANTV, la pregunta es: ¿Cuándo nos tocará a
nosotros?», puntualiza Grisanti. Desde hace un mes (cuando fueron anunciadas
las nacionalizaciones), la banca privada ha reducido sus activos en el país de
forma acelerada: del 12% al 7%.
«La compra de un gran banco por
parte del Gobierno no sería una operación muy complicada. Una parte muy
importante del patrimonio de las entidades financieras pertenece técnicamente
al Estado, ya que entre el 30% y el 40% de su cartera de créditos corresponde a
bonos y papeles del Estado», explica José Manuel Puente, catedrático de la
escuela de negocios IESA. «Pero no es factible en los próximos meses, porque el
Gobierno ya ha desembolsado bastante dinero -con la compra de CANTV y de la
mayor empresa de electricidad- y negocia con las petroleras», aclara Puente.
Según Ricardo Sanguino,
presidente de la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional, dentro de la
agenda económica del Gobierno no «se encuentra la nacionalización del sistema
financiero, aunque sí una mayor regulación del sector» en sus comisiones, en
las ganancias y en la obligación de aumentar del 31% al 41% la entrega de
créditos a sectores como la agricultura, turismo o construcción y vivienda,
El nacimiento de un banco
socialista mantiene alerta a todos los banqueros del país, ya que absorbería
todos los fondos que el Gobierno bolivariano tiene depositados en el sector
privado, lo que supondría, según algunas fuentes, la retirada del 30% de los
pasivos totales de la banca, unos 6.800 millones de dólares. «El principal
problema de competir contra un banco público es que el Estado tiene la
capacidad de subsidiar, reducir sus márgenes de rentabilidad y concentrar todos
sus activos en una sola entidad», explica Puente.
La estructura financiera del
Gobierno está formada por numerosos entes estatales, entre los que destacan el
Banco Industrial (quinto banco en número de activos) y el Banfoandes (séptimo).
Juntos formarían este megabanco ansiado por Hugo Chávez. Sin embargo, los
expertos siempre han advertido de los problemas que acarrearía. Un banco se
distingue por su capacidad de gestión y eficiencia, cualidades que más echa en
falta Chávez para sus planes socialistas.
En cualquier caso, la adquisición de
Banco de Venezuela (SCH) o Banesco supondría intensificar el control sobre el
sistema financiero y la compra de una plataforma tecnológica moderna y
eficiente.
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