(entrevista publicada en el diario El Mundo el 1 de junio de 2006)
MARACAIBO (VENEZUELA).- Conocido por su extenso lago, desde donde se extrae un tercio del petróleo de Venezuela, el estado de Zulia es uno de los más prósperos del país y, junto a Nueva Esparta (Isla Margarita), el único donde Hugo Chávez no se impuso en las elecciones regionales de noviembre de 2004.
También es donde últimamente se ha reunido la dividida oposición venezolana, con el fin de organizarse y lanzar una candidatura conjunta en las presidenciales del 3 de diciembre.
Uno de los impulsores de esta difícil tarea es Manuel Rosales (Santa Bárbara, 1952), político que siempre ha estado vinculado a Zulia. Primero, como alcalde de Maracaibo (1996-2000) y después como gobernador.
Rosales achaca la falta de entendimiento que existe entre los partidos antichavistas por la «visión de corto plazo que han tenido en el pasado y a la democracia disfrazada que existe en Venezuela».
Pregunta.- Usted ha anunciado una candidatura única con Teodoro Petkoff [independiente] y Julio Borges [Primero Justicia], ¿cómo se elegirá a la cabeza de la oposición y cómo se va a lograr que se adhieran otros opositores a esta candidatura?
Respuesta.- Hemos venido tejiendo una estrategia política para el futuro electoral en Venezuela y ésta se basa en la selección de un candidato único. Para ello, pasa por la evaluación de varios métodos. El primero y el más importante sería el de elecciones primarias. Sería una elección en la que participarían todos los inscritos en el registro electoral permanente. De ahí se elegiría el candidato único para el partido Unidad Nacional. El otro pudiera ser a través de las encuestas de opinión y siendo objetivos y sensatos, escoger al que más posibilidades tenga.
P.- Chávez ha avisado de que si no se presenta ningún candidato a las presidenciales convocará un referéndum para instalarse en el poder hasta 2031, ¿qué responsabilidad tendrían los partidos políticos si se diera esta situación?
R.- En Venezuela vivimos una democracia extraña. Porque parece una democracia, pero cuando tú revisas la aplicación de la norma y de la ley no es democracia. Primero, tú tienes todos los poderes del Estado controlados por el Gobierno. Aquí no hay equilibrio en cuanto al funcionamiento de la sociedad. Esto ya es una situación extraña que da lugar a una democracia disfrazada. Tenemos por ejemplo un árbitro electoral [Consejo Nacional Electoral, CNE] recién electo, en el que cuatro de los cinco integrantes son adeptos a Hugo Chávez. Nosotros tenemos la esperanza de que el alto Gobierno y el CNE, de acuerdo con lo que marca la Constitución, permitan la realización de un proceso electoral limpio. El CNE tiene que publicar y entregar el Registro Electoral Permanente.Este censo es un misterio y nadie lo conoce. ¿Qué esconde ahí Hugo Chávez? Nosotros sólo pedimos que nos dejen revisarlo.
P.- ¿Qué otras medidas debería acometer el CNE para asegurar en Venezuela unos comicios limpios?
R.- En el actual sistema de votación, hay dudas sobre el secreto del voto. En una democracia, una de las cosas fundamentales es la libertad para pensar, definir y actuar. El secreto del voto en Venezuela se vulnera porque hay serias dudas en cuanto a la utilidad electoral de las máquinas cazahuellas y de los cuadernos electrónicos. ¿Qué plantea la oposición? Que se eliminen estos aparatos que no hacen falta. Y que se cuenten los votos a mano y se auditen. Estas reclamaciones son justificables, viables y necesarias en cualquier proceso democrático.
P.- Chávez ha dedicado un 70% más durante este año a las llamadas misiones de carácter social, ¿se ha traducido en mayores índices de escolaridad, mejoras en sanidad y una reducción de la pobreza?
R.- En Venezuela tenemos un drama: existe un Estado rico, que nada en dólares, y un país con un 80% de pobreza. De tal manera, que no se compagina el ingreso cuantioso que tiene el país con la realidad venezolana. Las misiones han sido efectivas en cuanto al reparto populista del país, algunas de las cuales son buenas, que se tienen que mantener y mejorar.
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