Entrar
en el Parque Natural de Cabo Polonio es detener las agujas del reloj.
O, como escribió el escritor
Mark Twain en su novela 'El forastero misterioso' (1916), es hacer
retroceder las manecillas del minutero. Viajar en el tiempo.
Porque
en Cabo Polonio las luces no se encienden por la noche para poder ver
mejor la luna y las estrellas, e Internet sólo funciona en algunas
posadas. A este Parque Natural sólo se puede acceder mediante unos
camiones especiales 4x4 habilitados por el Gobierno uruguayo a la
entrada del recinto.
Zona
temida por marinos, Cabo Polonio ha sido testigo de naufragios,
abordajes de buques piratas y algún combate naval. Algunas leyendas
dicen que las brújulas giraban sin rumbo, como si hubieran llegado a
una zona maldita o gafada.
El
faro, levantado después del naufragio del buque Nuestra Señora del
Rosario, es una de sus principales señas de identidad. Levantado en
1881, fue declarado monumento histórico en 1976.
Además
de por su atalaya, Cabo Polonio es conocido por su colonia de lobos
marinos, una de las más importantes del mundo. Isla
Rasa, Isla Encantada y el Islote conforman el archipiélago donde
habitan estos animales.
En
Isla Rasa (llamada así por estar al ras de agua) se pueden observar
dos diferentes especies de lobos: el lobo fino de dos pelos, y el
lobo marino, o lobo de un pelo. Los primeros pobladores de Cabo
Polonio basaron su economía en estas loberías, con algunas matanzas de
estos animales, codiciados por su grasa y su piel. En
aquellos tiempos, el sistema de iluminación se valía de lámparas
de mecha alimentadas con grasa o aceite de lobos y ballenas, y estos animales eran el principal sustento de las primeras comunidades.
Cabo
Polonio es un área protegida desde 1960, y uno de los lugares con
mayor encanto de la costa atlántica uruguaya. Con más de 10
kilómetros de dunas movedizas y dos playas a ambos lados del cabo,
es un lugar mágico con sólo unos pocos generadores de electricidad
para iluminar las noches más oscuras.
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