Gladis Barrios hace puros en su casa / JL
(Una versión de este texto fue publicada el 11/11/2009 en la página web del diario El Mundo)
Barrios trabaja en su casa,
haciendo puros que luego vende a una comercializadora local por 50 bolívares
-18 euros al precio oficial, 8 en el mercado negro- el millar. Su marido, Luis Alfonso Espinosa, de 48
años, es camionero, pero lleva varios días sin trabajar por la crisis
política que atraviesan los Gobiernos de Venezuela y Colombia.
"La situación
está mal", comenta Espinosa, “un día se trabaja y otro no. Un día
se está tranquilo y otro no. Un día cierran el puente (fronterizo), y al día
siguiente todo funciona con normalidad”, explica este venezolano nacido en la
capital del estado de Táchira, con siete hermanos colombianos y tres
venezolanos.
“En mi familia unos nacieron en el lado
venezolano y otros en el lado colombiano. Así es la vida en la
frontera”, añade.
Una típica pareja de frontera
El matrimonio de Gladys y Luis
Alfonso –ella colombiana y él venezolano- es lo
más normal en las zonas limítrofes venezolanas, donde casi el 40% de
la población es colombiana. Venezuela, que comparte cerca de 2.215 kilómetros
con Colombia, es (junto a Ecuador) el país que más refugiados recibe de
Colombia, fruto de un conflicto interno que ya dura cuatro décadas.
Según la agencia de
refugiados, ACNUR, cerca
de 200.000 colombianos viven en Venezuela en condición de refugiado,
aunque este número habría que multiplicarlo por cuatro si se tiene en cuenta la
gente que no pide este tipo de estatuto.
Gladys, por ejemplo, dejó su
ciudad natal de Bucaramanga (oriente) a los nueve años, y desde entonces ha
vivido en Venezuela: “Mi vida la he hecho aquí, yo soy casi más venezolana que
colombiana, aquí todos somos hermanos, lo único que nos diferencia es
el pasaporte ¿cómo nos vamos a pelear entre dos familias?”, se pregunta.
Seguridad
fronteriza
La semana pasada, la Guardia
Nacional de Venezuela (policía militarizada) cerró el puente Simón Bolívar, que
une la localidad venezolana de San Antonio con la colombiana de Cúcuta, en dos
ocasiones. Entre el martes y el miércoles, el
paso estuvo cerrado tras la muerte de dos miembros de la Guardia Nacional a
manos de pistoleros, en el sector de Palotal, en el estado venezolano
de Táchira, mientras que el sábado por la mañana cientos de ‘pimpineros’
colombianos (contrabandistas de gasolina) causaron disturbios en la zona
fronteriza por la muerte de uno de sus compañeros.
El Gobierno de Hugo Chávez también ha
ordenado la movilización de entre 15.000 y 20.000 efectivos de la Guardia
Nacional para
incrementar la vigilancia en distintas zonas de la frontera.
El deterioro de las relaciones
comerciales y diplomáticas entre Colombia y Venezuela pone en riesgo unos
170.000 empleos en
la zona fronteriza, según estimaciones del presidente de la Asociación Nacional
de Exportadores de Colombia (Analdex), Javier Díaz.
Sólo en octubre, las exportaciones de productos
colombianos hacia Venezuela se desplomaron un 71%. Según el informe de
la agencia aduanera de Colombia (DIAN), en octubre las exportaciones
colombianas hacia Venezuela registraron 185 millones de dólares mientras en el
mismo mes del 2008 habían sido de 640,6 millones.
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