En el mes de mayo, dos periodistas protagonizaban un triste incidente durante la llegada del escritor peruano Mario Vargas Llosa al aeropuerto de Caracas. En medio de la cobertura, la reportera del canal estatal Venezolana de Televisión (VTV), Erika Ortega, y su colega de Globivisión, Beatriz Adrián, se enzarzaban en una pelea de insultos y empujones delante de las cámaras de televisión.
El motivo: una de las periodistas no dejaba suficiente espacio para el micrófono de la otra cadena. De las recriminaciones sobre la libertad de expresión; pasaron a los gritos, y de ahí a los empujones.
Mario Vargas Llosa comprobaba de primera mano las acaloradas discusiones con trasfondo político, que han dividido y polarizado a la sociedad venezolana.
En lo que va del año, se han contabilizado cerca de 47 agresiones a periodistas, mientras en 2008 fueron 66. El último informe de Human Right Watch (HRW) destaca que en Venezuela “aún existe un dinámico debate público, en el cual los medios opositores al Gobierno pueden hacer oír sus críticas y aquellos afines a Chávez expresar su defensa”.
Sin embargo, su último informe identifica distintas medidas utilizadas por el Gobierno de Hugo Chávez para “alterar el control y el contenido de los medios”, como la Ley Resorte de Radio y Televisión, bautizada por la oposición como la ‘Ley mordaza’.
Dos periodistas, que trabajan para un medio público (Telesur) y otro privado (Globovisión), relatan a elmundo.es/america los problemas que encuentran para ejercer el periodismo en Venezuela.
Gabriela Pedrozo, de 33 años, trabaja desde hace más de una década en el canal de noticias 24 horas Globovisión como periodista del departamento de investigación.
“Trabajar en Globovisión se ha convertido en una experiencia de vida;tenemos que ponernos el chaleco antibalas para salir a la calle, nos dan cursos de manejo de máscaras de gas e indicaciones para saber comportarnos en situaciones de violencia“, relata Pedrozo, que trabaja en una cadena acusada de “envenenar la salud mental de los venezolanos”.
Además de convivir con la violencia política, que según Pedrozo es propiciada por el presidente y destacados funcionarios del Gobierno, critica el nulo acceso a la información.
“Las fuentes oficiales están completamente cerradas, es muy difícil acceder a fuentes gubernamentales. No dan información a este canal y, en general, a todos los medios de comunicación privados”, agrega.
Los cortapisas para acceder a las fuentes oficiales, sumado a las presiones y a las amenazas, hizo que muchos colegas “recurran a la autocensura para no meterse en problemas. Hay muchas variables, pero a través del poder y la presión han hecho que cambie el periodismo en Venezuela”.
Por su parte, la reportera del canal multiestatal Telesur, Madeline García, explica que ha vivido esta “violencia política de lado y lado”. En 2002, trabajaba en la televisora venezolana Televen. “Fue un año de mucha polarización y si cubrías concentraciones del chavismo te insultaban y jalaban del cabello”. Ahora, con el micrófono de Telesur -una cadena impulsada por Chávez para romper la influencia de CNN en el continente-, siente ese mismo apartheid en las manifestaciones de la oposición.
“Telesur es canal internacional con una tendencia, pero tratamos de ser lo más imparcial posible y buscar las dos posiciones, las dos caras”, agrega esta periodista, que durante el golpe de estado en Honduras, el ejército la sacó de su hotel en dos ocasiones para registrar todas sus pertenencias.
La profesión de periodista en Venezuela ha estado marcada por la compleja relación de Chávez con los medios de comunicación. Cuando fue elegido presidente en 1998, el líder socialista y las principales televisoras de Venezuela vivían una luna de miel, que duraría cerca de tres años y finalizó con la revuelta militar que le intentó apartar del poder en 2002.
Desde entonces, el presidente venezolano ha intentado silenciar las voces críticas, especialmente en las televisoras. Tras pactar con dos cadenas (Televen y Venevisión) la moderación de sus líneas editoriales, Chávez no renovó la concesión de RCTV por “golpista” (Chávez dixit), y emprendió una cruzada contra Globovisión, con multas, expedientes y juicios contra su principal accionista, Guillermo Zuluaga.
En el mes de abril, la Comisión de Telecomunicaciones anunció un proceso de revisión de 500 concesiones de radio para “democratizar el espacio radioeléctrico”. 34 estaciones radio AM y FM fueron clausuradas, y otras 240 licencias de transmisión (que representan 40% del total) serán revisadas en los próximos años.
El Gobierno de Hugo Chávez también ha promovido una extensa red de televisiones públicas (con seis señales nacionales y una internacional), y más de 500 radios comunitarias, cercanas a su línea ideológica, para contrarrestar a los medios de comunicación privados. El objetivo, según el ministerio de Información de Venezuela, es lograr la “hegemonía comunicacional” en Venezuela.
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