(Obituario publicado en el diario El Mundo el 24 de diciembre de 2009)
Caracas (Venezuela).-- Los venezolanos no defenderán la democracia porque la democracia no les da de comer». Cuando aún resonaban los tiros y las bombas de la frustrada asonada encabezada por el teniente coronel Hugo Chávez en 1992, Rafael Caldera dijo ante el Congreso esta célebre frase que le catapultaría por segunda vez a la presidencia: «Es difícil pedirle al pueblo que se inmole por la libertad y por la democracia, cuando piensa que la libertad y la democracia no son capaces de darle de comer».
Ahora todos saben que de aquellos polvos vienen estos lodos. Rafael Caldera, presidente de Venezuela en los períodos 1969-1974 y 1994-1999, falleció en la madrugada del jueves en Caracas a los 93 años. Sufría de mal de Parkinson. Padre de la democracia venezolana y último político con vida que firmó el llamado Pacto de Punto Fijo, negoció en su propio domicilio este tratado de convivencia democrática y gobernabilidad para devolver la estabilidad al país tras la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez en los años 50.
Desde entonces y hasta 1993, el Gobierno cambió de manos entre el partido democristiano Copei -que él mismo fundó en 1946- y los socialdemócratas de Acción Democrática (AD). Rafael Caldera escribió parte de la Historia Contemporánea de Venezuela. Su legado no está exento de críticas. El actual Gobierno le acusa de pertenecer a la vieja oligarquía política que dirigió el país durante 40 años. La oposición no le perdona el indulto que concedió al ex paracaidista Hugo Chávez, que facilitó su llegada al poder en las elecciones de diciembre de 1998.
Luego de entregar el mando a Chávez en febrero de 1999, este abogado -doctor en Ciencias Políticas y profesor universitario- se distanció de la política y sólo realizó esporádicas declaraciones en las que criticó a su sucesor. Los familiares no aceptarán ningún homenaje por parte del actual Gobierno. Durante su primer mandato (1969-1974), Caldera logró que grupos guerrilleros del Partido Comunista (PCV) y del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), apoyados y subvencionados por Fidel Castro, depusieran las armas. También los persuadió para que pasaran al frente político. Veinte años después, algunos de esos combatientes fueron su apoyo electoral en las elecciones presidenciales de 1993. Los ex guerrilleros Teodoro Petkoff y Pompeyo Márquez le acompañarían en el Gobierno, como ministros de Planificación y de Fronteras, respectivamente.
Antes de ganar su segunda presidencia, Caldera demostró su oratoria y su conocimiento sobre la realidad social del país, al evitar hacer comentarios sobre los alzados, quienes contaban con abierta simpatía popular frente al desprestigiado gobierno del entonces mandatario Carlos Andrés Pérez. El resto de la dirigencia política defendió el bipartidismo frente a los militares rebeldes.
Tras dos intentos golpistas en 1992 y una crisis económica por el derrumbe de los precios del petróleo, Pérez fue destituido al abrírsele en la Corte Suprema un juicio por cargos de corrupción. Caldera ganó las elecciones de diciembre de 1993 y se convirtió en el segundo venezolano en llegar dos veces al palacio de Miraflores tras el propio Pérez.
Rafael Antonio Caldera Rodríguez nació en San Felipe, capital del estado de Yaracuy, el 24 de enero de 1916. Huérfano de madre a los dos años, fue criado por una tía materna. Cursó la primaria en una escuela local y el bachillerato con los jesuitas en Caracas. Se doctoró en Ciencias Políticas en 1939 y dos años después se casó con Alicia Pietri, matrimonio del que nacieron seis hijos, tres varones, de los que dos se han dedicado a la política, y tres mujeres. Caldera compaginó la docencia universitaria con el activismo político, como líder de diversas agrupaciones y diputado por Yaracuy (1941-1944).
En 1946 fundó el Comité de Organización Política Electoral Independiente (Copei) como un movimiento «con ideas cristianas y bases populares». Ese mismo año fue elegido diputado para la Asamblea Constituyente (1946-1947).
El golpe militar de 1948 contra el presidente de AD, Rómulo Gallegos, obligó a Caldera a exiliarse después de pasar unos meses en la cárcel en 1957, cuando emergía como candidato de las fuerzas democráticas que querían derrocar a Marcos Pérez Jiménez. El derrumbe de la dictadura, el 23 de enero de 1958, le sorprendió en el exilio.
Caldera fue copresidente de la comisión que redactó la anterior Constitución, promulgada en 1961, y presidente de la Cámara de Diputados de 1959 a 1962. Con la consigna del «cambio», ganó la presidencia al cuarto intento, en 1968, en unas reñidas elecciones que acabaron con la hegemonía de 10 años de AD.
Durante su primer gobierno, Rafael Caldera protagonizó un Gobierno modélico; logró pacificar al país de la violencia guerrillera, normalizó las relaciones con la Cuba comunista y aumentó la presencia de Venezuela en el Caribe.
Pero su segundo mandato estuvo marcado por el descalabro económico y el resurgimiento del populismo en Latinoamérica. En 1994, recibió un país en bancarrota, con un sistema financiero sin liquidez, un barril de petróleo a nueve dólares, las instituciones desprestigiadas y las Fuerzas Armadas divididas. En su última aparición pública como presidente saliente, Chávez le menospreció: no le dio la mano, ni aceptó que le impusiese la banda presidencial.
Después de su deceso, los familiares de Caldera dieron a conocer una nota con sus últimos deseos: «Que vivamos en libertad, con una democracia verdadera donde se respeten los derechos humanos, donde la justicia social sea camino de progreso».
Rafael Caldera, ex presidente de Venezuela, nació en San Felipe (Venezuela) el 24 de enero de 1916 y murió en Caracas el 24 de diciembre de 2009.
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