Björk revoluciona la música con Biophilia


(Reportaje publicado en El Mundo el 7 de agosto de 2011)

MACHESTER.--- Más que un concierto tradicional, el último proyecto de Björk es una demostración de electrónica centellante. Siempre dispuesta a explorar nuevas tendencias, la cantante islandesa sorprende en su primera melodía con el estruendo de Thunderbolt, la primera de las 10 canciones que componen su nuevo disco, Biophilia, que publicará Universal en septiembre.


El crepitar de dos bobinas de Tesla (una especie de caja de truenos) acompaña su voz. El efecto se siente en el suelo del Victorian Market Hall de Manchester. El resultado es sobrecogedor.


Música, tecnología y naturaleza forman parte de una misma fuerza intrínseca, asegura Björk. Y Biophilia es la conjunción que existe en su cabeza de estos tres elementos. Su octavo y último disco es «la evolución natural de mi anterior trabajo», Volta, explica a UVE la diva, de 45 años.


«Todas mis canciones se tocaban con un lemur (diseñado por la empresa JazzMutant) y una reactable, yo estaba muy contenta por el potencial que tienen todos los dispositivos con pantalla táctil para componer y entender cómo funciona la música», agrega la cantante.


Con Biophilia, Björk ha querido llegar más lejos y revolucionar la manera de consumir música. Su aplicación para el iPad Solar System es la pieza central del álbum y tiene un enfoque pedagógico.


«Cuando yo estaba en la escuela, toda la música se enseñaba desde un punto de vista académico, a través de enormes libros sobre escalas y notas… ¡Esto es estúpido! Es más fácil con una pantalla táctil, se puede toquetear, jugar con ella, subir y bajar una nota para hacerla más grave o más aguda… ¡Ah, esto es una escala!», dice sobre las posibilidades de estos dispositivos para enseñar música en las escuelas.


El escenario del concierto intenta recrear esa atmósfera psicodélica y futurista de la herramienta de Apple. Ella se sitúa en el centro de la sala, junto a un coro de 24 niñas islandesas. El público (nunca más de 2.000 personas) rodea todo el escenario. Hasta 10 grandes pantallas de vídeo acompañan el desarrollo de las canciones, con imágenes que recrean imposibles criaturas marinas.

Placas tectónicas chocando unas contra otras. Glóbulos rojos atravesando venas y bailando sobre cadenas de ADN.



Entre los nuevos instrumentos musicales diseñados exclusivamente para Biophilia, están el gameleste -un celeste modificado para que se pueda tocar a distancia con un iPad-, diseñado por su amigo Björgvin Tómasson. Un órgano de tubos digital traído de Islandia. Un péndulo de nueve metros que «aprovecha la atracción gravitacional de la Tierra para crear patrones musicales», una suerte de arpa (pin barrel harp) y el reactable que ya utilizó en 2006.

Después de un inicio sorprendente, la expectación creada puede de manera injusta desparecer. La cálida y sentimental voz de Björk empieza a dominar la sala. La hora y media de concierto se encadena de forma brillante, pero sin sobresaltos.

La mayoría del público puede acomodarse en la butaca. Algunos chispazos rompen con la rutina de esta joya de laboratorio: un despertar de jazz & bass al final del single Crystalline o una versión más tribal de su antiguo single Where is the line (2004).

La artista, obsesionada con la mitología y con las fuerzas telúricas de su querida Islandia, piensa que con Biophilia está más cerca de sus orígenes. Empezó con «la cosa del pop» cuando tenía 14 años, pero lo dejó atrás porque pronto se dio cuenta de que era una pérdida de tiempo.




Ha probado el punk, la música clásica y el jazz. Ha compuesto álbumes más intimistas y vocales, como Vespertine (2001), acompañada de un coro, y finalmente sustituido instrumentos tradicionales por digitales, con los que ha lanzado discos más conceptuales con golpes de electrónica.

Desde que apareció con un vestido blanco de cisne y puso un huevo en la alfombra roja de Hollywood, Björk también ha querido innovar con su estilo. En el Festival de Manchester, Björk llevaba un vestido cincuentero de discoteca, una cinta azul que rodea su cara y una monumental cabellera naranja estilo medusa, que fue diseñada por Bernard Willhelm y se balancea al son de la música.

El disco Biophilia, a la venta el 20 de septiembre, se puede completar con 10 aplicaciones (una por cada canción) para el iPad (y el iPhone), diseñadas por algunos de los mejores programadores de software.

Inicialmente, Björk encargó el proyecto a Michel Gondry, un especialista de Hollywood en 3D, pero el presupuesto se disparó y Gondry empezó a estar muy ocupado con la película Linterna verde.

El primer single, llamado Crystalline, se lanzó el 28 de junio. Y, desde el 19 de julio, también se puede escuchar la canción Cosmogony, en la cual Björk narra la creación de la Tierra según el mito de Pangu.

El vídeo de Crystalline arranca con un piano de juguete animando los primeros compases de la pieza, mientras un planeta de cartón sufre una lluvia de meteoritos de plastilina. Cristales de color blanco emergen del suelo y la cara de Björk se refleja en la luna, que poco después se transforma en una bola de discoteca.

El nombre de las canciones que componen Biophilia son palabras cortas, sonoras y concisas, que aluden al universo o a la naturaleza.

Sobre la gira, todo es un secreto. Después del Festival de Manchester, Björk regresó a Islandia para planificar los detalles. El problema son los números: logística y dinero. El concepto es que todo el equipo (incluidas las 24 niñas islandesas del coro) pasen cerca de tres semanas en cada ciudad que visiten, como hicieron en Manchester. Buscar una sala de conciertos con aforo para unas 2.000 personas donde se pueda ambientar el álbum y diseñar un concierto en formato de 360 grados, que no es fácil, argumentan los organizadores. Entre actuación y actuación, la idea es invitar a las escuelas para que los niños aporreen el iPad.
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'Biophilia': ella canta y tú compones

Cuando uno abre el 'Biophilia' en el iPad o iPhone, lo primero que se escucha es la voz del antropólogo inglés David Attenborough (el de los documentales de la BBC, un «héroe» para la propia Björk) explicando la aproximación a un cosmos en 3D. La primera aplicación de Apple funciona como un menú en el que se puede pasar de planeta a planeta con los dedos.

Cada una de las 10 estrellas es una canción y cuenta con su particular juego (por el cual hay que pagar, claro, que ése es el intríngulis comercial).

Con 'Crystalline' cada uno es un pedrusco de cristal dentro de un túnel que se puede dirigir inclinando el iPad para modificar así su ruta y los patrones musicales. Las distintas notas están divididas por colores para que sea más fácil orientarse.

En 'Thunder', se maneja un rayo que se extiende por toda la pantalla y altera la escala musical, mientras que en 'Moon' se puede menguar o crecer la luna con los dedos en aras del mismo propósito. Además de estos juegos interactivos, se incluyen las letras y la partitura de las canciones, animaciones musicales y reseñas históricas.

La idea es que Björk cante y el consumidor componga el sonido electrónico que acompaña a las letras a través de elementos naturales. La primera vez que se usa la aplicación se puede pensar que los efectos visuales roban protagonismo a la música, pero en realidad ambos elementos interactúan a la perfección. Es una nueva aproximación entre acústica, electrónica y tecnología.

El precio de cada juego puede ser un problema, pero Björk ha desatado la polémica pidiendo a los piratas informáticos que no se queden de brazos cruzados. 'Biophilia' ya está disponible, cómo no, en la tienda 'online' de iTunes.

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